No podía pasar mi estancia por la Ribera del Duero sin visitar una bodega. Existen muchas y se reparten en diferentes denominaciones a lo ancho de Castilla y León. Como mi grupo de viajes vio una excursión a Toro, a unos 60 km de Valladolid, no dejamos pasar la ocasión.
A las 8:30 h del domingo, estábamos ya de camino a la cata del vino. Los guías del viajesnos estuvieron comentando anécdotas y datos de interés tanto de las bodegas como de los monumentos a ver. Pues bien, la primera visita fue la bodega. Nos explicaron el tipo de vino y uva con el que trabajaban como también del proceso de fermentación del vino y reserva en barriles.
Esta visita estuvo precedida del Museo del Queso de la familia Chillón. Su historia se remonta a finales del siglo 19 y sus ventas tienen clientes en muchas partes de España, incluso en el extranjero.
Una vez terminada la exposición, nos dirigimos a la cata del queso y vino. Fue mejor de lo que me imaginaba, ya que ofrecían hasta 7 tipos diferentes de quesos y embutidos de acompañamiento.
La próxima parada fue el pueblo de Toro. Con una historia que se remonta siglos atrás, alberga dos monumentos con solera: la Colegiata de Santa María Mayor y el Monumento de Sancti Spiritus el Real. Ambos conservan una gran variedad de obras de arte como retablos, esculturas, cuadros y sargas.
Fachada de la Colegiata |
Virgen de la Mosca |
Como elemento a destacar, el Pórtico de la Majestad se muestra en el esplendor que lució en su creación gracias al trabajo de restauración realizado.
Monasterio del Sancti Spiritus |
Vigilando el olivo milenario |
Antes de la hora de comer, tomamos algunas fotos del pueblo y del Río Duero que da tanta riqueza a la región.
Paronámica del Rio Duero a su paso por Toro |
El día llegaba a su fin y con ello la luz, por lo que sobre las seis de la tarde nos tocaba volver a Valladolid. Es una visita muy recomendable porque cultura y gastronomía pueden ir, como en este caso, de la mano.
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